Nagorno Karabaj, el primer crujido de la Unión Soviética

Perfil.com, Argentina
5 abril 2015

Nagorno Karabaj, el primer crujido de la Unión Soviética

La lucha entre armenios y azeríes fue la primera que estalló en la ex
URSS tras la Glasnost de Gorbachov. Aún no se firmó la paz.

Por Santiago Farrell

Desde Stepanakert

Hacia fines de los años 80, los intentos de Mijail Gorbachov por darle
un “rostro amable” a la URSS comenzaban a revelar la multitud de
tensiones étnicas, territoriales y de todo tipo que el régimen
soviético había sofocado durante setenta años. El primero en estallar
de esos conflictos fue el de Nagorno Karabaj, un remoto enclave
armenio en Azerbaiyán.
Anexado en 1921 a Azerbaiyán de un plumazo desde Moscú por los líderes
bolcheviques, Nagorno Karabaj (Arzah para los armenios) tenía una
población mayoritariamente armenia y un significado simbólico muy
importante, ya que allí se ubican los monasterios más antiguos de este
pueblo, el primero en constituir una nación cristiana, en el 301.

La Meca. “Para los armenios, Nagorno Karabaj es como Jerusalén para
los judíos o La Meca para los musulmanes”, dice el presidente de la
que hoy es una república no reconocida por ningún país, a excepción de
Armenia, Bako Sahakyan.
Según los historiadores armenios, el enclave fue otorgado a Azerbaiyán
porque Lenin y Stalin querían extender la revolución a la vecina
Turquía, heredera del Imperio Otomano, ya que los azeríes son
turcomanos. “Fue realmente el primer conflicto que emergió con la
Perestroika y la Glasnost, a pesar de que la poblacion armenia mantuvo
vivos sus reclamos de fusión con la república de Armenia y en diversas
oportunidades el Soviet Supremo de la URSS se ocupó del tema”, dice el
politólogo argentino
Mario Nalpatian.

Contexto. Pero esta guerra sólo se entiende en el contexto del
conflicto entre armenios y turcos a la luz del genocidio de cuyo
inicio este mes se cumplen cien años. La guerra entre Armenia y
Azerbaiyán por el enclave se extendió entre 1991 y 1994, y provocó al
menos 30 mil muertos, según
diversas fuentes. La guerra no concluyó con un tratado de paz: sólo
rige un cese del fuego violado con regularidad y que provoca cada año
unos treinta muertos, según el ministro de Defensa de Nagorno, Movses
Hakobyan.
“Desde 1994, el territorio se ha abocado a la tarea de construir un
Estado democrático”, en el que ya se han realizado varias elecciones,
dice el presidente Sahakyan, mientras la economía “ha crecido a un
ritmo del 10% anual los últimos diez años”. La república se financia
50% con créditos de Armenia y recibe ayuda de la diáspora. Confía en
su ejército, dice el ministro Hakobyan, en el que deben servir todos
los jóvenes durante dos años.

Junto con la paz, queda pendiente la difícil cuestión de los
refugiados, los armenios expulsados de Azerbaiyán y los azeríes que
debieron abandonar Nagorno, al menos un millón de personas. El
presidente Sahakyan lamenta que Azerbaiyán aún mantenga a sus
refugiados en campos, mientras que los armenios expulsados de Bakú han
sido integrados en Nagorno.
Sólo un tema inquieta en Nagorno -y en Armenia-: las importantes
ventas de armas que Rusia ha realizado en los últimos años a
Azerbaiyán.

“El genocidio no se repetirá”

“No hay ninguna posibilidad de que el genocidio se repita. Armenia
tiene su propio ejército y nosotros en Nagorno Karabaj tenemos el
nuestro”. Movses Hakobyan, el ministro de Defensa del territorio que
proclamó su independencia de Azerbaiyán en 1994, explica a los
periodistas, en ropa de combate, que los armenios ya no serán víctimas
de pogroms y masacres como las que sufrieron a lo largo de los siglos
y que llegaron a su máxima expresión en 1915 bajo el Imperio Otomano,
que abrió una herida que aún permanece. El presidente armenio, Serzh
Sargsyan, lamenta que Turquía, heredera del imperio responsable del
genocidio, no haya asumido su responsabilidad, como sí lo hizo
Alemania con el nazismo. “El genocidio armenio aún no terminó. En la
medida en que Turquía no reconozca su responsabilidad, el genocidio se
sigue produciendo”, dijo a los periodistas durante un seminario
realizado en Erevan para presentar la conmemoración de este año. La
masacre de al menos 1,5 millón de personas, la tercera parte del
pueblo armenio que vivía bajo el Imperio Otomano, será recordada con
gran despliegue, al cumplir un siglo. La ceremonia principal, a la que
asistirán, entre otros, Vladimir Putin y François Hollande, será el 24
de abril, centésimo aniversario de la detención de renombrados
intelectuales armenios en Estambul, punto de partida para una sucesión
de deportaciones forzosas y asesinatos que se extendieron hasta 1923.
“Un genocidio como el armenio, sin resolver, no sólo es un hecho
doloroso para nuestro pueblo, es un peligroso antecedente”, al que
siguieron el Holocausto, Ruanda o Camboya, explicó el presidente
Sargsyan. “No se trata de una obsesión del pueblo armenio. Mantenerlo
en la memoria es fundamental”, advierte el jefe de Gabinete del
gobierno armenio, Vigen Sargsyan, que recordó la célebre frase de
Hitler cuando, poco de la invasión nazi de Polonia, en septiembre de
1939, arengó a sus oficiales para que desplegaran toda la crueldad
posible contra los civiles, aun mujeres y niños. “Después de todo, les
dijo Hitler a sus hombres, ¿quién se acuerda del genocidio armenio?”.

El armenio argentino

El taxista que apenas habla inglés pero cuando escucha el nombre
levanta el pulgar y suelta un “good people”; la politóloga que
agradece “los empleos que creó acá”; el político de Nagorno Karabaj
que agradece las computadoras que donó para las escuelas y la guía que
exagera: “¿Argentina para nosotros? Maradona, Messi … y Eurnekian”.
Al llegar a Erevan en avión, un argentino que haya volado alguna vez
reconocerá un isologotipo que le es familiar, el de Aeropuertos 2000,
la empresa de Eduardo Eurnekian que, entre las decenas de terminales
aéreas que gestiona en el mundo, lo hace también con el de la capital
armenia.

Decir Eurnekian en Armenia es como decirlo en Argentina. La presencia
económica de sus empresas es muy importante. Además del aeropuerto,
participa en uno de los principales bancos, administra el correo y
tiene viñedos, entre otras actividades. Su grupo da trabajo, en total,
a más de 6 mil personas, en un país de poco más de tres millones de
habitantes. Ha hecho también importantes donaciones y llevó a
dirigentes de Nagorno Karabaj a ver sistemas de riego en sus campos
del Chaco. Si en Argentina Eurnekian puede lucir sin dudas el apodo de
“el armenio”, no sucede lo mismo en Erevan donde, claro, es “el
argentino”, pero no tanto: Anna Barseghyan, una politóloga armenia, no
duda al ser consultada sobre el empresario: “Sí, claro que lo conozco,
es un importante hombre de negocios armenio de origen argentino”.

PERFIL viajó a Armenia y a Nagorno Karabaj invitado por la Comisión
del Centenario del genocidio armenio-Filial Buenos Aires.

From: Baghdasarian

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