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Varduhi Abrahamyan, mezzosoprano: "Nada me gusta más que sentir lo que sienten mis personajes"

Platea Magazine, España
22 dic 2018

Varduhi Abrahamyan, mezzosoprano: "Nada me gusta más que sentir lo que sienten mis personajes"

Varduhi Abrahamyan está llamada a ser una de las grandes mezzosopranos de su generación. Lo tiene todo para ello: inteligencia, musicalidad, una voz privilegiada de tintes oscuros, amplia y dúctil, bien proyectada, sostenida por una técnica vocal que, de tan perfecta, es imperceptible. En ella, el canto fluye con una naturalidad poco habitual. Y lo que es aún más sorprendente es que lo hace en cualquier tipo de repertorio. Desde Monteverdi a Giuseppe Verdi.

Aunque nació en Armenia, los inicios de su carrera se desarrollaron en Francia.

Mi padre era tenor profesional y mi hermana es soprano. Es la profesión familiar. Yo no quería cantar ópera, quería cantar música pop. Pero un día la maestra de canto de mi hermana me escuchó y me aconsejó tomar este camino al comprobar que mi voz tenía muchas posibilidades. Decidí ir al conservatorio, a cantar ópera y fue como una droga. Estudié en Armenia durante siete años y luego decidí trasladarme a Francia para seguir formándome y me matriculé en el conservatorio de Marsella. Aunque no fue fácil al principio, ahí empecé a centrar mi carrera. Francia me ha abierto todas las puertas. Estoy muy agradecida. Amo Francia como amo Armenia. Mi primer contrato fue en la Ópera de París, con Maddalena, de Rigoletto y sigo muy vinculada a ese teatro.

Pero ahora pasará una buena temporada en España. Tres títulos consecutivos en ciudades distintas.

Sí, y con tres papeles muy distintos. Ya he cantado en Valencia Fenena en Nabucco, Adalgisa en Norma y Dalila con intérpretes como Devia, Kunde o Plácido Domingo, que en esta ocasión era el director musical de Samson et Dalila coincidiendo con su aniversario. Y ahora por fin Barcelona, que era uno de los teatros donde me hacía más ilusión debutar. Hay teatros donde todos los artistas desean actuar y uno de ellos es el Liceu. Luego debutaré en Oviedo donde haré Carmen en una producción que no es nueva, pero si para mí, y luego vendrá un debut importante, la Eboli, de Don Carlo, en Las Palmas de Gran Canaria. He hecho algunos papeles de Verdi: Miss Quickly en Falstaff o Fenena en Nabucco, pero Eboli… es todo un reto.

Y también es todo un reto combinar en tres meses repertorios y estilos tan distintos.

A mí me gusta esta variedad de repertorio, aunque siempre quiero hacer un Rossini al año. Se adapta muy bien a mi voz y me da flexibilidad. Pero me puedo permitir hacer otros repertorios y me gusta hacerlos. La técnica vocal, al fin y al cabo, es la misma, solo hay que adaptarse al estilo. No es fácil pasar de Isabella a Eboli o Carmen, pero se puede hacer con una buena base técnica y sin forzar. Nunca forzar.

Con L’italiana in Algeri tendrá su primer encuentro, esperemos que primero de muchos, con el público barcelonés. Un personaje de carácter, el de Isabella, que parece encajar perfectamente con sus características vocales y su personalidad.

L’taliana ya la he hecho en Paris, precisamente con Riccardo Frizza. Isabella me parece un personaje muy inteligente. Es una mujer rápida y audaz para salir airosa de situaciones complicadas. Es un carácter con muchos matices, muy variado y por tanto necesita de muchos cambios de color, y eso me encanta. Como en Cruda sorte, la primera aria, donde ya se percibe su personalidad y su capacidad de decisión. Esta producción del Liceu es nueva para mí. He hecho Isabella en París, en una producción moderna. La del Liceu es más clásica, pero me gustan mucho ambas. En referencia a la de Barcelona ¡Me divierto tanto haciéndola! Me entiendo muy bien con Vittorio Borrelli, el director de escena, con el maestro Frizza y con el reparto entero. Es extraordinario. Lo pasamos muy bien. Todos entramos en el juego. Y en escena, encuentras respuesta a cualquier cosa que hagas. Son grandes actores que cantan. Somos como una familia. Una familia loca.

Ya había interpretado personajes de Rossini anteriormente, especialmente del Rossini serio.

Hasta ahora he cantado Arsace, de Semiramide, dirigida por Zedda, y volveré a hacerla en Pesaro. También Malcolm, de La donna del Lago y L’italiana en Paris y ahora en BCN. En Arsace, especialmente, puedo mostrar todo. Está todo en la escritura de Rossini. Es una escritura noble. Estuve con Zedda haciendo Semiramide en Moscú. Tuvimos tiempo para trabajar, para analizar cada detalle, trabajando siempre a partir del texto. Fue una gran experiencia, una lección magistral. Son consejos que uno entiende y le influyen. Cuando escucho en grabación esas funciones siento un poco de tristeza, pues murió poco después. Lo importante en Rossini es cantar todas las notas y jugar con ellas para darles expresividad. Eso sí, a tempo

En una charla reciente con Cecilia Bartoli, con motivo de su visita a Barcelona con La Cenerentola, le definió a usted como la mejor mezzo rossiniana y, sin duda, la mejor Isabella del momento.

Amo a Cecilia como si fuese mi hermana y para mí, que ella diga esto, es emocionante. Es una mujer de un talento excepcional en todo lo que hace. No conozco a nadie tan talentoso y generoso al mismo tiempo. Con ella hicimos Alcina, en una producción maravillosa de Christoph Loy, y no sólo en cada función, ya en los ensayos, tras escuchar cada una de las arias que interpretaba Cecilia, me hacía llorar de emoción.

A pesar de destacar en papeles de agilidad, como Rossini o Händel, su repertorio es amplio y variado. Y por lo que se ve, cada vez lo será más. ¿Cómo hace para alternar escrituras vocales tan distintas como Isabella, Carmen o Eboli?

No hago ejercicios especiales para cada papel o repertorio. Como comenté anteriormente, lo importante es saber adaptarte a cada estilo; la técnica vocal es exactamente la misma. En todo caso, me gustan los personajes con carácter fuerte. ¡Yo lo tengo!

¿Digamos que es usted más Carmen que Micaela?

¡Micaela es también un personaje fuerte! Al fin y al cabo, hace lo que desea. Hay una tendencia a interpretar Micaela como un personaje blando, pero cuando uno observa lo que hace se da cuenta de que no es así. Carmen es un personaje clave en mi carrera. En cada producción que hago descubro cosas nuevas en ella. De hecho, si lees la versión de Merimée hay ciertas diferencias con la de Bizet. Veo en Carmen a alguien que busca constantemente el amor y siempre le sale mal. Y esta maldición del amor la convierte en un personaje trágico. En cada producción hablo mucho con el director de escena para saber cuál es su visión del personaje y siempre descubro cosas nuevas. Ella es libre, seductora, misteriosa, encantadora, colecciona hombres. Ama aquello que le está prohibido. O a quien le ignora. Como a Don José. Vive el momento. En Carmen hay de todo: la libertad, la femme fatale, el drama, todos los colores. ¡Permite tantas visones distintas! Incluso desde un punto de vista musical o vocal.

Del repertorio francés, también hice Dalila, otro carácter fuerte, en una producción de La fura dels Baus. Y de Berlioz, Ascanio de Benvenuto Cellini en la producción de Terry Gilliam que me encantó. ¡Era como estar dentro de una película! De momento no hay perspectivas que se puedan comentar sobre nuevos papeles de Berlioz (risas).  Amo el repertorio francés, me encantaría interpretar a Charlotte, de Werther. Un personaje distinto con una música maravillosa. También me gustaría cantar repertorio alemán, pero no hablo el idioma y necesito hacerlo para entender el personaje.

En Las Palmas debutará la Princesa Eboli, del Don Carlo de Verdi. ¿Se ve interpretando los grandes roles de mezzo verdiana los próximos años?

¡Sin duda! ¡Por supuesto que me veo haciendo Verdi en el futuro! Ahora debutaré Éboli y tengo unas inmensas ganas de hacerlo; en el momento oportuno me encantará asumir roles como el de Amneris. Todo llegará. ¡Qué mezzo no querría hacerla!

A mí lo que me gusta, lo que me da realmente placer, es hacer teatro y meterme en la piel de los personajes, sentir lo que ellos sienten. En esos momentos siento que hay como un efecto boomerang con el público, una energía que va y vuelve sintiendo una gran comunicación con cada una de las personas del teatro. Sentir eso es algo maravilloso En escena, lo doy todo y encuentro un gran placer en ello. Darlo todo, con control, evidentemente, pero darlo todo. 


Ani Basmajian: